jueves, 22 de abril de 2010

Muerte

Lágrimas negras corrían por su cara

caían al suelo una fría mañana

las gotas de lluvia muy bien las camuflaban

incluso el viento su tristeza se llevaba

Nadie la veía o no querían mirarla

ella miraba al suelo su río de lágrimas

¡Tantas hay Dios mío,

que ya ni puedo contarlas!

exclamaba mientras sus pies se mojaban.

Oh Francisco amor mío

morir por tu mano quisiera,

más que una puñalada,

una caricia fuera

Un último delirio

mientras en el río se sumerge.

La oscuridad se la lleva

y todos siguen sin verle.

Dedicada a mi único gran amor Francisco.

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