Lágrimas negras corrían por su cara
caían al suelo una fría mañana
las gotas de lluvia muy bien las camuflaban
incluso el viento su tristeza se llevaba
Nadie la veía o no querían mirarla
ella miraba al suelo su río de lágrimas
¡Tantas hay Dios mío,
que ya ni puedo contarlas!
exclamaba mientras sus pies se mojaban.
Oh Francisco amor mío
morir por tu mano quisiera,
más que una puñalada,
una caricia fuera
Un último delirio
mientras en el río se sumerge.
La oscuridad se la lleva
y todos siguen sin verle.
Dedicada a mi único gran amor Francisco.
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