martes, 17 de mayo de 2011

domingo, 17 de abril de 2011


Siento el dolor cada vez que veo tus ojos distantes

sólo mi amor y dolor son armas que pueden enfrentarte..


si con mis manos pudiera tocarte...

y con mis labios trémulos besarte..


Moriría de todas formas

undida en la sangre mortal de mis llagas errantes...

jueves, 22 de abril de 2010

UN GIRASOL Y UNA MELODÍA


Ella soñaba cada noche al acostarse, con ese príncipe como el de los cuentos.

Vivía en una pequeña casa con su tía. Su madre la había abandonado al nacer, y de su padre nunca supo nada. Sin embargo era feliz.

Cada mañana salía con su delantal blanco a recolectar frutas y verduras del huerto de su tía Inés.

Isabel era una muchacha de carácter afable y buenos modales, a sus dieciséis años el infantil vestido apenas podía disimular la figura desbordante de su adolescencia.

Su tía la crió como si fuera su propia hija, vivían solas, su pobre tía nunca se casó ni tuvo hijos propios. A los 16 años comenzó a hacerse cargo de Isabel y prometió dedicar su vida entera a su sobrina la hija de su hermana que había enloquecido repentinamente.

Isabel se pasaba el tiempo soñando despierta y mirando a la puerta de la calle a la que se llegaba por un largo camino rodeado de almendros.

No conocía a sus vecinos que vivían a unos quinientos metros de su casa, tampoco tenía la necesidad, ya que Isabel era una niña de carácter retraído y prefería más bien estar sola para no tener la obligación de comportarse como una chica de su edad.

Un día escuchó un sonido que al parecer era una armónica, le pareció que era del otro lado de la verja; se acercó con cautela, y escondida entre la hierba vio a un joven que interpretaba una hermosa canción.

Se acercó un poco más, era un joven alto de cabello oscuro y piel muy pálida, tocaba la armónica de forma brillante y sus dedos eran de extraordinaria delicadeza, por sus mejillas de pronto se deslizó una lágrima y en un sollozo se detuvo la música.

Isabel sintió que el corazón se le estremecía, decidió alejarse, pero el joven se dio cuenta de su presencia y le dijo_ oye tú niña, no te vayas!_ Isabel guardó silencio lo miró, se sonrojó, se dio vuelta y salió corriendo.

Al mirarlo de frente supo que había visto los ojos verdes más intensos, hermosos y suplicantes de su vida_ mientras corría se odiaba a si misma por hacerlo.

Al esconderse el sol y elevar una plegaria al Niño Dios, le pidió volver a ver a su príncipe de los ojos tristes.

A la madrugada siguiente, cuando todavía no aclaraba, se puso su vestido y delantal blanco; se perfumó con agua de rosas natural, arregló su cabello y se dirigió rápidamente al mismo lugar en donde había visto al hermoso joven.

A medida que se acercaba a la verja su corazón se agitaba y una sensación febril recorría todo su cuerpo.

Por fin llegó se sentó a esperar y a mirar el horizonte.

Luego de una hora escucha el bello sonido de la armónica, se levanta y detrás de un árbol se asoma la figura del joven, ese día lucía más pálido que el día anterior.

El se acercó a ella y le dijo_ ¿eres real, o acaso eres una ninfa de los bosques?, ella se ruborizó y bajó la mirada.

¿Cómo te llamas?_ preguntó el joven_ Isabel dijo ella con voz casi inaudible.

Ayer saliste corriendo y no pude hablarte_ ¿tan horrible estoy que te asustaste?_ ella levantó la mirada y dijo_ es que me pareció que estabas triste y no quise molestarte.

Isabel _ ¿tú vives en esa casita bajando la colina detrás del camino de los almendros?_ Si contestó Isabel sonriendo.

Somos vecinos entonces_ dijo el joven amablemente.

Luego haciendo una reverencia dijo_ mi nombre es Julián. Señorita Isabel… encantado de conocerla, espero seamos buenos amigos.

Ella soltó una carcajada infantil, y pensó que él era muy gracioso.

Después de reír juntos, Julián invitó a Isabel a conocer el campo de girasoles de su tía Sonia. No tengas miedo _dijo él, soy totalmente inofensivo.

Ella pensó en su tía por unos instantes, pero luego borró esos pensamientos de su cabeza y con la ayuda de Julián saltó la verja.

Corrieron de la mano hasta llegar al campo de girasoles. El sol del medio día hacía ver el entorno de un amarillo majestuoso.

De pronto Julián se agita y tose, y saca un pañuelo de su bolsillo que usa para cubrir su boca, su rostro se volvía cada vez más pálido.

Isabel se acerca y con su abanico que lleva siempre en el bolsillo de su delantal blanco alivia al joven, luego con sus manos le acarició el rostro y el cabello y el joven se tranquilizó.

Definitivamente eres un ser mágico del bosque; me has sanado_ recito Julián con vehemencia. Isabel se ruborizó.

Luego de conversar cosas triviales y de que Julián le contara algunas historias de la ciudad, se despiden y el joven le dice a Isabel que la espera mañana al amanecer en ese mismo lugar. Dicho esto toma una navaja y corta un girasol que se lo entrega a la muchacha. Ella en agradecimiento se acerca y lo besa en la frente y sale corriendo sin decir nada.

Aquella noche Isabel tuvo dificultades para conciliar el sueño, venían a su mente el recuerdo de los hermosos ojos de Julián y repetía su nombre una y otra vez. Sin embargo en instantes recordaba al joven con su rostro pálido y esa tos tan extraña y persistente.

Decide eliminar todo pensamiento negativo de su cabeza, y mirando el girasol que había puesto en una jarra se queda finalmente dormida.

Al día siguiente despertó pero al mirar su viejo reloj se da cuenta de que se le ha hecho tarde, se levanta rápidamente con el mismo ritual del día anterior y sin tomar desayuno sale corriendo a encontrarse con Julián.

Corrió hasta llegar a la verja, la saltó con algo de dificultad y con el corazón latiendo como un tren en marcha se dirige hacia el campo de girasoles.

A diez pasos del lugar se detiene y retoma con lentitud la marcha, se sentía febril nuevamente, pensaba qué cosas decirle al joven cuando lo viera.

Al llegar se dio cuenta de que él no estaba. Se sentó en la hierba unos instantes y se recriminó por haber llegado tarde.

Decidió quedarse ahí unos minutos, el sol imponente en la mitad del cielo no la hacían sentirse mejor. De pronto entre los girasoles vio brillar algo, se acercó y le pareció extraño ver la armónica de Julián en ese lugar. Pensó que la había dejado caer sin darse cuenta; en la parte de atrás tenía las iniciales JC la primera letra debía ser por su nombre, pero no conocía su apellido.

Pasó un tiempo más menos prudente esperando a Julián, pero luego se resignó y supuso que él había ido a la cita, pero al no llegar ella él había decidido irse a su casa.

Partió desmoralizada a su casa, directo a su cuarto, estuvo mucho tiempo tendida sobre la cama observando el girasol que Julián le había regalado el día anterior.

Su tía la llamó para ir a almorzar, pero ella le dijo que no se sentía bien, y que prometía tomar las onces con ella en la tarde.

Tras soltar un par de lágrimas finalmente se quedó dormida, eran las seis de la tarde cuando su tía golpeó a la puerta del cuarto diciendo_ Isabel abre al puerta por favor, te busca un joven_.

Isabel en el acto saltó de su cama, alisó un poco su vestido y retocó su cabello, tenía los ojos un poco irritados pero brillaban de alegría, seguro era Julián, pensó, no tiene ningún otro amigo que la visite. Con el corazón agitado salió rumbo a la estancia.

Efectivamente, él estaba ahí, su amado Julián con su piel pálida como la nieve y sus ojos verdes sombríos, lucía algo cansado pero sonriente y adorable como siempre.

Isabel se sentó junto a él, sin pronunciar palabra y mirando su delantal blanco...

De pronto él se levantó y le ofreció su mano con una seña de invitación. Salieron al jardín y se dirigieron al camino de los almendros, Isabel no pronunciaba ni una sola palabra, su pecho gritaba y las palabras se le atascaban en la garganta.

Por fin Julián rompe el silencio diciendo _ perdón por no esperarte en la mañana, pero algo importante me obligó a salir de ahí muy rápido, pero dejé la Armónica para que supieras que yo había ido.

No te preocupes, dijo ella al fin con ternura e introduciendo su mano en el bolsillo de su delantal para sacar la armónica del joven. Esto es tuyo_dijo ella acercándole la armónica_, él la miró y se la devolvió; te la regalo dijo él con una sonrisa angelical, pero con una condición_ agregó Julián.

¿Cuál es esa condición?, preguntó Isabel un poco asustada.

Debes practicar mucho y tocar algún día para mí.

Si por supuesto, respondió Isabel. Para ella sería muy fácil, tocaba piano y guitarra, por lo tanto la música no era algo nuevo para ella.

Al llegar a la verja, Julián corta una flor y se la da a Isabel.

Ella casi escuchaba latir su corazón tan rápido y vehemente que no podía controlarlo.

Luego él tomó ambas manos de Isabel y con ternura le dio un suave en beso en sus labios inexpertos. Era el primer beso de Isabel, lo sintió frío, tanto así que su cuerpo se estremeció y sintió que una masa fría de aire la envolvía.

Él la miró por última vez con sus profundos ojos verdes y luego saltó la verja con una destreza impecable, del otro lado le ofreció una reverencia y se fue sin dar vuelta la espalda.

El sol casi se escondía e Isabel confundida dirige sus pasos a casa.

Al llegar al umbral de puerta se dio cuenta de que había unas personas conversando con su tía, no las reconoció. Era un hombre alto, delgado y de cabello cano y una mujer algo robusta que llevaba un pañuelo en la mano que usaba de ves en cuando para secar sus lágrimas. Su tía se veía algo alterada y consolaba al hombre acariciándole el cabello.

Qué harían esas personas ahí?_se preguntaba Isabel_ ¿habrá sucedido algo en el pueblo?_ pensaba... decidió salir de ahí y entrar por la puerta de atrás y así no tener que molestar o enterarse de algo desagradable justo ahora que había pasado momentos tan felices junto a su amado.

En ese momento su tía la ve y le dice_Isabel ¿qué haces ahí tras la puerta? Entra hija que tenemos visitas.

Isabel pasa a la estancia y se para junto a su tía la que le dice. Este es el señor Luciano Carax y su hermana nuestra vecina la señora Sonia Carax de Shaw.

Encantada de conocerlos dice Isabel con una reverencia, pero a la vez con cara de circunstancia.

El señor Carax ha venido a nuestro pueblo junto a su hijo desahuciado por los médicos. Lo siento mucho_ dijo Isabel con evidente tristeza.

Era tan joven _ dijo la señora Sonia sollozando.

Le pasó algo malo a su hijo señor Carax? _Pregunto Isabel algo desencajada.-

El pobre hombre sentado con las manos en la cabeza explicó finalmente- Lo encontraron esta mañana en el campo de girasoles tendido en el suelo; al parecer fue su débil corazón.

Isabel volvió a sentir esa masa de viento frío recorriendo su cuerpo, tenía miedo de preguntar, pero finalmente logró con un hilo de voz hacer la pregunta: ¿cuál era el nombre de su hijo señor?- el hombre levantándose pronunció_ Julián pequeña, mi hijo se llamaba Julián y ya no está con nosotros.

Un olor a muerte y ese maldito viento frío invadieron la estancia, o al menos eso percibía la pobre Isabel, luego un mareo y finalmente cae desplomada en los brazos de su tía.

El señor Carax se apresuró a ayudar a la pobre joven, la llevaron a su cuarto, la arroparon y reanimaron un unas gotas de alcohol.

De inmediato al despertar, rompió en llanto, era un llanto lleno de dolor, desgarrante e inexplicable para su tía y esas personas. Su tía la abrazó y le acarició el cabello, le preguntaba qué era lo que sucedía y porqué lloraba tanto por alguien a quien no conocía.

La señora Sonia aconsejó que se le preparara a Isabel una infusión de Jazmín para que se calmara.

La pobre niña se tomo el té de jazmín se recostó con la armónica en la mano y se quedó finalmente dormida.

El señor Carax e Inés se miraron preocupados y salieron de la habitación hacia la estancia en donde estaba la señora Sonia.

Inés por favor, te ruego asistas al responso de mi hijo y al funeral, tú apoyo en estos momentos seria para mi un gran aliciente- con la muerte de mi esposa hace un año y ahora la de mi único hijo estoy con el alma desgarrada.

Inés sólo asintió con la cabeza y la señora Sonia agradeció de la misma forma. Ambos hermanos salieron en ese momento de la casa.

Mientras tanto Isabel continuaba en su cuarto aturdida y haciéndose mil preguntas que no tendrían jamás una respuesta lógica. En ese instante recuerda la promesa que le hizo al joven, saca la armónica de su bolsillo e intenta tocar, para ella fue muy fácil ya que su oído musical así lo permitía. La armónica es un instrumento de una simpleza y belleza valorado por quienes disfrutan de su soledad y la contemplación.

Isabel practicó gran parte de la noche hasta caer rendida en su cama, en un sueño que oprimía su pecho ayudado del dolor que sentía en esos momentos.

Al día siguiente su tía entró al cuarto con un té de jazmín y la despertó con un beso en la frente. Comprenderé si no quieres ir al responso_ dijo su tía en un tono dulce_ No tía quiero ir, debo ir!!_ dijo la niña con agitación.

Está bien dijo su tía Inés con voz serena_ aquí te dejo el vestido, tienes media hora hija _ dijo Inés saliendo del cuarto.

Un vestido negro era lo que debía usar, en esa época y en ese pueblo había que seguir las tradiciones, era una falta de respeto asistir a un funeral vestido de otro color que no fuera café o negro.

Isabel se puso el vestido, lucía pálida y con los ojos irritados de tanto llorar, se miró al espejo e imaginó que era un espíritu y que de esa forma podría ver a Julián una vez más. Tomó la armónica y el girasol y fue al encuentro de su tía.

En la calle los esperaba el carruaje del señor Carax, era de una elegancia que Isabel solo había visto en los libros del colegio, esos eran los carruajes que se usaban en la ciudad.

Llegaron a la iglesia. Fue una ceremonia sencilla con pocas personas.

Al terminar de hablar el padre la gente comienza a pasar por el féretro del joven. La gente mira con lastima, otros con temor por ver a la muerte desde cerca.

Isabel se paraliza y siente miedo de acercarse y ver que efectivamente es Julián.

Aprieta la mano de su tía, y esta le dice que es mejor que se dirijan al cementerio de inmediato, Isabel le dice que quiere verlo_ en ese momento su tía termina de comprender y se da cuenta de que su sobrina está enamorada de ese joven que acaba de perder la vida, no sabe cómo y cuándo sucedió, pero la comprende y decide no abrumar a su sobrina con preguntas.

Isabel se asomó para ver el rostro de Julián por última vez, un escalofrío recorrió su cuerpo el rostro del joven lucía pálido como siempre con una expresión tranquila, esta vez sus labios estaban de un color violáceo y lucían rígidos, a pesar de eso parecía dormido, e Isabel sentía enormes deseos de besar al joven una vez más, hacía pocas horas que había sentido los labios de Julián presionados con los suyos, estos eran fríos pero sus besos eran igualmente placenteros, la sensación febril comenzó a invadirla nuevamente y ante eso colocó el girasol en el pecho del joven para salir rápidamente de la mano de su tía en dirección al cementerio.

Cuatro hombres llevaban el féretro, era un cajón con incrustaciones de plata sencillas pero hermosas de color blanco.

En el camino Inés se dirigió a su sobrina. Querida el amor es un sentimiento hermoso, que a veces te hace sufrir y te desquicia, en ocasiones saca lo mejor de ti y en otras lo más oscuro que llevamos dentro.

Yo amaba al padre de Julián lo amé por muchos años desde que tenía tu edad, luego él tuvo que partir a estudiar a Australia de intercambio y me dejó con mi soledad, sufrí por ello hasta que llegaste a mis brazos un año después mi querida Isabel.

Cuando tenías un mes de nacida Luciano volvió a este pueblo junto a su esposa e hijo de un año. Los vi caminando por la plaza y mi corazón terminó de desplomarse.

Anoche lo vi después de muchos años, su hermana Sonia lo llevó a nuestra casa y me contó sobre la muerte de Julián.

Este pobre joven sufría una grave enfermedad al corazón acompañada de una insuficiencia pulmonar, su esposa falleció hace exactamente un año de la misma enfermedad.

Isabel abrazó a su tía con cariño como en un acto de consolación.

En ese instante llega el radiante féretro de Julián, el señor Luciano mira a Inés con ojos suplicantes y ella asiente con la cabeza con un gesto que lo tranquiliza.

Luego de unas palabras pronunciadas por el cura del pueblo, el ataúd desciende dramáticamente haciéndole saber a Isabel que no volvería a ver jamás al joven que le robó el corazón.

Todos comenzaron a abandonar el cementerio e Isabel pidió a su tía que la dejara unos momentos a solas con Julián. Ella accedió a tan desesperada petición.

Isabel se sentó a la orrilla de la tumba, tomo un poco de tierra y la dejó con suavidad sobre el montículo de tierra que cubría la morada de su amado. Sacó la armónica de su bolso y dijo_ Julián practiqué como me lo pediste, me la pasé gran parte de la noche creando esta canción para ti_ dicho esto Isabel comienza a tocar la armónica, era una melodía triste pero hermosa a la vez, era sin duda el símbolo de lo que sentía la niña por la muerte de Julián. En el cementerio ya no quedaba nadie, su tía la esperaba preocupada, en la puerta de salida.

El viento comenzó a soplar y el frío envolvió a Isabel, ese frío le recordaba el único beso de su amado, aún así siguió tocando hasta terminar su melodía.

Luego elevó una plegaria por el descanso eterno de Julián y prometió volver al día siguiente.

Así lo hizo Isabel, fue al día siguiente a rezar por el descanso de Julián, tal y como lo había prometido el día anterior.

Pasaron los años y la gente del pueblo la llamó la loca del cementerio, iba cada día con un girasol y una melodía para Julián, vestida de negro, pálida y arrugada como un espíritu, se sentaba en la tumba vieja que ya nadie visitaba y con lágrimas en los ojos pedía a Julián que se la llevara…

Muerte

Lágrimas negras corrían por su cara

caían al suelo una fría mañana

las gotas de lluvia muy bien las camuflaban

incluso el viento su tristeza se llevaba

Nadie la veía o no querían mirarla

ella miraba al suelo su río de lágrimas

¡Tantas hay Dios mío,

que ya ni puedo contarlas!

exclamaba mientras sus pies se mojaban.

Oh Francisco amor mío

morir por tu mano quisiera,

más que una puñalada,

una caricia fuera

Un último delirio

mientras en el río se sumerge.

La oscuridad se la lleva

y todos siguen sin verle.

Dedicada a mi único gran amor Francisco.

Maldito prosa

Con el corazón apretado sin poder respirar, en agonía constante me siento y sólo así sigo creando y creyendo en ti y en mi amor que nació muerto...

lunes, 3 de agosto de 2009

ULTRAJE

Destruye el interior
con garras afiladas
e inyecta el veneno
que lentamente mata

El sol brillaba tan radiante ese día
pero una nube sin aviso
al final lo cubría

Sin darme cuenta
rasgaste el alma
mientras reías yo te suplicaba

También te preguntaba
cuál era el porqué
tu solo carcajeabas
no había nada qué hacer

El día se hizo noche
y en la oscuridad
moría en silencio
con una extraña paz


Lila Lee.

jueves, 30 de abril de 2009

Poemas y Novelas

Amo el lenguaje que acaricia los sentidos
y atormenta mis desesparadas noches
cuerpos sensuales sin dueño
desesperados amantes insatisfechos
de mirar este cuerpo
un cuerpo que solo ama
lo intangible
lo más profundo del alma..

Esa soy yo

Poetisa desesperada